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E De Dios provocan la ira, Y airado va á castigarla, Venga sobre mí el castigo! Sobre mí, sobre mí caiga El rigor con que esas culpas Merezcan ser castigadas; Pero á mi querida Ronda ¡Salva, Madre mía, salva!...» Dijo, y sonrió la Virgen, Como dándole esperanza; Dijo, y penetró las nubes Su ardentísima plegaria; Y cruzando del espacio Las regiones azuladas, Llega al trono del Eterno, Su armada diestra desarma, Y cesa el temblor de tierra, Y la tempestad se aplaca, Y se aleja el ronco trueno, Y el relámpago se apaga, Y huye á la sierra el nublado, Y el viento furioso calma Y aparecen las estrellas, Que pálida luz derraman, Anunciándole el perdón Á la ciudad congojada. Por fin serenóse el cielo, A NE ml de a A o A ¿NM E % ” 6