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Y elocuencia sobrehumana. ¡Vedlo! Inclinando contrito Su cabeza rasurada, De sus negros ojos brotan Raudales de tiernas lágrimas; Su oprimido corazón Suspiros de fuego exhala; Sus manos cruza ante el pecho, Su rostro al cielo levanta, En el de la Virgen pura Fija llorosa mirada, Y entre mil tristes sollozos Articula esta plegaria: «Madre mía de la Paz, Si en tus ojos hallé gracia, No me niegues lo que pido Prosternado ante tus aras. ¡Perdón, Reina de los Cielos! ¡Perdón, Madre Inmaculada! ¡Perdón! ¡Perdón para Ronda! ¡De ella el terremoto aparta; De ella la tormenta aleja, Y los rayos de venganza Que empuña de Dios la diestra Con justo rigor armada; Y si castigo merece, Porque sus culpas nefandas ¿2 AD « de e OD ADA ., . te Y A y, ye B A AS vis E De A

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