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Deslumbren con sus matices Y perfumen toda atmósfera? ¿Cómo extrañar que el Dios Trino Vierta en sus purpúreas hojas La gracia santificante Cual lluvia de níveo aljófar, Ni que propicios los Cielos Bendigan su vida heroica, Ni que, al admirarla el mundo, Le ciña inmortal corona? ¿Cómo extrañar que aquel alma, Que en aras del bien se inmola, Sea la oveja más querida De su Divina Pastora? El célebre Capuchino, Siémpre que llega á Carmona, Del síndico de su orden En la morada ' se aloja; Y allí cuarto le preparan Con oratorio y alcoba, Donde vivir retirado Pueda cual en celda propia. Mas como el padre fray Diego Gran fama de santo goza, Y conocer todos quieren Sus acciones y sus obras, Las criadas de la casa