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De uno y otro sermón, Llora, suplica y persuade Á que, por amor de Dios, da Las recíprocas ofensas Perdonen de corazón. ¡Todo en vano! El auditorio Oye impasible su voz; Y al ver tal indiferencia, Ardiendo en santo furor, El Cristo toma en sus manos Y con dulce indignación 3 Así dice: «¡Eterno Juez, as Juzga al pueblo de Morón! 8 ¡Basta, Señor, de paciencia; Echa mano del rigor, Y sepa el hombre rebelde Que no se burla de Dios! ¡Hermanos! duro castigo Os vendrá sin remisión Si resistís por más tiempo Á la gracia del Señor. Ya veo armada la diestra Del Eterno vengador, Que castigará en su ira Con el rayo destructor Los odios y enemistades Que hay en la población.»