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De la Virgen Soberana. El lego sube corriendo Y gritando: —¡Padre, salga! Está la Virgen del Carmen, Y á su reverencia llama, Pues viene en nombre del pueblo Á servirle de abogada, — Cual movido de un resorte, Fray Diego en pie se levanta, Y con paso apresurado Corriendo á la iglesia baja. Preso de tierna emoción Que le derrite hasta el alma, Se arrodilla ante la Virgen, En ella sus ojos clava Y, en éxtasis arrobado, - Inmóvil queda y sin habla. - La multitud le contempla Atónita y espantada, Con lágrimas en los ojos Y asombro dentro del alma; Hasta que, vuelto del rapto, Fray Diego, llorando, exclama: —¿De dónde á mí que la Madre De mi Dios venga á mi casa? ¿Cuándo merecí, Señora, Fineza tan soberana?—

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