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e a E dy 4 a E m de Que detenga al padre Diego, Que no consienta su marcha, Y le mande predicar Al pueblo aquella mañana: ¡Mas en vano! el Capuchino, Rígido como una estatua, Al Prelado le contesta: —¡Dios lo contrario me manda!— Y absorto prosigue orando Allá en su celda apartada. La población conmovida, Y en triste llanto anegada, Toma á la Virgen del Carmen Para que sea su abogada: Ya los Padres Carmelitas Colocan sobre las andas Á la Reina del Carmelo, Y de su iglesia la sacan: Innumerable gentío En procesión apiñada La acompaña fervoroso Por las calles y las plazas; Al templo de Capuchinos La llevan, en él la aclaman, Y piden que el padre Diego De la ciudad no se vaya Sin recibir la visita 4 3 mÍ A

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