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Y el púlpito deja, y huye Á ocultarse en 'su morada. Gritos, confusión y llanto Suceden á sus palabras: El pánico y el terror Se apoderan de las almas: Unos corren desolados, Otros allí se desmayan, Y es preciso administrarles De prisa la Unción Sagrada. Voces de espanto circulan Por la ciudad congojada, Y en todas partes se llora, Y piedad á Dios se clama, Porque rumores siniestros El viento lleva en sus alas. Así transcurrió la noche, Y al amanecer del alba. Al templo de Capuchinos . Corre la gente angustiada, Gritando que el padre Diego ¡No se vaya! ¡no se vayal Pero el santo religioso, La frente al suelo pegada, Pálido como la cera, Fervorosamente oraba Ante un tosco Crucifijo