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De contrición se desata Aquel santo misionero, ? Derramando ardientes lágrimas; En vano una noche y otra Con profética voz clama: Los corazones parecen De piedra, pues no se ablandan. Al verlos, el misionero Su vista al cielo levanta, El espíritu de Dios Refleja sobre su cara, Y ardiendo en furor entonces, Lanzando su boca llamas Y echando chispas sus ojos, Así al auditorio habla: —;¡Colmad, colmad la medida De vuestra locura insana; Que ya prepara el castigo El Dios de eternas venganzas, Que me manda abandonar Á esta ciudad desdichada! Mañana me voy de aquí: ¡Vuestra obstinación me lanza! Mas detrás de mí vendrán Los castigos y desgracias.— Así fray Diego les dice Con indignación que espanta,
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