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ACTO DE AMOR DE DIOS. 407 con Tos brazos abiertos, y que los habeis de perdonar siempre que se vuelvan 4 vos verdaderamente arrepen= tíidos. Nos amais, Señor, con vuestra Inmutabilidad. Aunque sou terribles las amenazas que dais contra los pecadores, son efectos de vuestro “amor para que se conviertán; y lo que esperais, es que estos os quiten la arma de las manos con su arrepentimiento, dice San Juan Crisóstomo. Vos sois como una madre amorosa, (Isai. 49. 15.) que vien- do á su hijo con un cuchillo en la mano con peligro de herirse, riñe, se enoja y amenaza; pero si el niño se cor- ta y llora, si le ve corriendo sangre, entonces esta ma- dre, asustada, olvida sus amenazas, va volando á socor- rerle y enjuga sus lágrimas. Alma mia, ¡qué imagen tan natural de la Inmutabilidad de Dios en amarnos! á quien llama San Pablo Padre de las misericordias; (Efes. 3. 13») y tan Padre, que todos los amores de los padres de la tierra no son mas que una pincelada de la ternura de su corazon. De suerte que por este atributo es Dios para nosotros Juez que no se apasiona, Rey que no se muda, Padre que no abandona á sus hijos, Auxiliador que no des- maya , Bien que no sé inmuta, Dios que dice al hom- bre: Te he amado con una perpétua E inmutable caridad, por tanto te he'unido y traido ámí en la fuerza de mi mi- sericordia, Asi es, Señor: nos amais con vuestra Misericordia. Los pecadores arrepentidos lo confiesan con los testimo- nios de sus conversiones, y el perdon que han consegui- do de vuestro amor. Los justos lo confiesan por las"gra- cias que continuamente haa recibido y reciben para no perder su feliz estado. Los pecadores rebeldes y obstina- dos no tienen escusa, porque vos, Señor , amorosamente les decís que se conviertan, que los habeis de perdonar, por muchos y muy grandes que sean sus pecados; y si ellos no quieren convertirse, y se hacen sordos á vuestros soberanos llamamientos, la culpa es suya y de su perdi- cion eterna , castigo de su ingratitud. Mas estos llama-