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3sí0 MES DE DICIEMBRE necesario y tan preciso, que no puede dejar de amarse asi aborrece al pecado con un odio tan necesario, que no puede dejar de aborrecerle. Asimismo Dios se ama con un amor infinito, de manera que no puede amarse mas de lo que se ama; asi aborrece al pecado con un odio in- finito, de manera que no puede aborrecerle mas de lo que le aborrece. Discurro pues: Dios aborrece al pecado con un odio eterno, necesario, infinito: luego yo debo aborrecer al pecado siempre, ni debo cometerlo por to- dos los intereses del mundo. Este aborrecimiento eterno, necesario é infinito, que Dios tiene al pecado, le inspira una intignacion propor- cionada á este odio, y un deseo de vengarse eterno, ne- cesario é infinito. ¿Y hasta donde no se estenderán sus vengauzas animadas con una indigaacion y odio tan fuer- te, y sostenidas por una omnipotencia eterna? Sale de este mundo la alma en pecado mortal, sia haber hecho pevitencia verdadera, sin haberse reconciliado con su Dias. De aqui se sigue que se presenta en su tremendo tri- bunal, no como amiga y querida, como se presen:an los justos, sino como enemiga: y aborrecida de sus divinos ojos, y por esto el Señor descarga sobre ella el terrible golpe de su justicia y de sus venganzas, la condena y la arroja á los infiernos; y como desciende en aquellos cala» bozos con el odio de Dios, y este es etergo, por no haber hecho penitencia antes de presentarse en su tremendo tri- bunal, se sigue que la separacion de Dios y. los tormen= tos que padece son eternos. ¡O eternidad ! ¡ó eternas lla- mas! ¡Ó eternamente estar separada la alma y el cuerpo de la amabilísima compañía de Dios y de sus delicias eternas! ¿Cuál es nuestra locura? ¿ por qué no miramos el pecado con aquel odio con que lo mira Dios? ¿cómo nos exponemos á morir en él, y caer en los infiernos? ¡Qué dolor! No tan solamente no evitamos los pecados, sino que los cometemos todos los dias, los amamos, y queremos nuestra condenacion eterna. Verdaderamente que estamos ciegos; verdaderamente que es aborrecernos