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258 MES DE OCTUBRE » el espíritu, que no está con la carne, es el de los An- » geles: el espíritu que está con la carne y no muere, ».es el de los hombres: el espiritu que está junto á la » carne y muere con la carne, es el de los jumentos y » de todos los brutos animales.» (Apud Altier. elementa phys. particu. art. g. De anim. belluar. prop. 2. num. 1157.) Y asi hablan estos santos doctores, famosos intér- pretes de la divina Escritura. Y estas nuestras almas las crió el Señor con una propension irresistible , que tira á eternizarse y ser felizs y para-que no quede frustrada esta inclinacion, es preciso que nosotros trabajemos en huestra santificación: la inclinacion que sentimos á ser felices, la tenemos tambien á ser eternos é iomortales. Este deseo de inmortalidad se manifiesta en todas las eda- des y en todos los pueblos del mundo, por lo que mira á los sepulcros, al respeto para con los antepasados, para con los manes; en una palabra, para con las almas siem- pre existentes despues de la disolucion del cuerpo. Procu- remos guardar los mandamientos de Dios para que esta alma consiga su fin, que es'la gloria. Asi sea. Sí, para nosotros es la gloria, si guardamos los manda- mientos del Señor, que es amarle sobre todas las cosas, y á nuestros projimos como á nosotros mismos. El Real Profeta David, penetrado de los sentimientos de agrade- cimiento hacia el Señor por los beneficios que habia reci- bido y del sumo de verle en la gloria, convida 4 todos á que le amen y le teman, y que oigan las maravillas del Señor con todos, para que le esten agradecidos y no ce- sen de amarle. (63. 16.) Dios manda que le amemos, y llama 4 este mandamiento el primero de todos, porque es lo que primero nos pide, porque es el mas noble , por=- que es á quien todos los demas se dirigen. ¡Que honra para nosotros seria: si el Señor, despues de muchas súpli- cas nos permitiese el que le-amasemos ! esto seria un bien infinito, mas qué diremos , cuando lo manda cuando nos dice que le amemos.;.. lo quiere absolutamente, y nos amenaza sino le amamos. Mas, ó gran Dios, ¿ qué somos
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