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DIA'15 DÉ RETIRO. 201 sangre:, desatándolo , cayó como desmayado en el suelo sobre su propia sangre; y con la misma crueldad vuel- ven á atar al Señor con'el pecho hácia fuera, y descar- gan sobre él nuevos y crueles azotes; de modo que se eumplió lo que dijo David: $e pudieron contar todos mis huesos + y lo que dijo Isaias: (1. 6.) desde la planta del pie hasta la cima de la cabeza no hay parte sana en el Redentor del múndo. Este Soberano Señor padece sin culpa, y padece por la Culpa: pádece por pecados que no habia cometido : le hicieron pagar deudas que no habia contraido, que non rapui tunc exolvebam. (Ps. 68. 5: ) Sí, alma mia, Jesu- eristo es por esencia inocente, y nunca pecó ni pudo pe- Car; y si padece es por causa de nuestros pecados. Ata- do á la columna vió venir sobre sí los pecados de todos los: hombres, y le cercaron en este momento males sin número, como dijo David, (Ps. 39. 16.) y aflicciones sin medida. Cada Santo lloró sus particulares flaquezas; pero el inocente Jesus se duele y padece por los pecados de todos los hombres , sobre sus espaldas fabricaron los pe= Cadores: supra dorsum meum fabricaverunt peccatores, (Ps. 128.) ¿Cuál, pues, sería la intension del dolor de Jesus en razon de las culpas que tenia por objeto? ¿cuál sería la confusion y vergilenza al verse cubierto de todas nuestras iniquidades? Asi se presenta delante de su Eter- no Padre lleno de vergiienza , como si él hubiera sido el traidor á su Persona y santa Ley. ¡O afligidísimo Jesus! Es preciso que hagamos penitencia de nuestros peca- dos para que se nos perdonen, y para satisfacer por ellos; y nos es tan necesaria la penitencia, despues de haber per- dido la gracia del bautismo por el pecado, que si no la hacemos, perecemos eternamente, como dice el santo Concilio de Trento; y por eso llaman los Santos Padres la segunda Tabla despues del naufragio. ( Conc. Trid. ses. 14. C. 1. Ses. 6. C. 14. Vid. S. Yeron. in c. 3. Isai. et D, Thom; 3 p. q84. 2. 6.) Este es el solo remedio que resta al cristiano para librarsede las llamas del infierno. La 33