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DIA 15 DE RETIRO. 177 en todo tiempo los temamos. Cuanto importa á la alma este santo temor, lo dice el mismo Señor, ( Ecci. 25. 9.) El témor de Dios es sobre todas las cosas: sed temor Dei super omnia se superposuit. Este es el que concierta por todas partes las potencias para la guarda de las virtudes. El mismo Espíritu Santo no halla con quien compararlo. Qui timet eum cui asimilabitur? Parece que no encuen- tra en el mundo cosa que se le parezca. Llámale bien- aventurado; que como al bienaventurado no le falta bien alguno, asi al que de veras teme á Dios, ninguna virtud le falta: y cumplirá con fervor todos los preceptos. Por eso le pidió David 4 Dios este temor con las palabras mas significantes; y San Juan Crisóstomo ( Hom. 53. in Joann. ) dice que el santo temor de Dios es á la manera de un grueso clavo que asegura y sostiene el peso de nuestra carne, que sin cesar nos inclina al profundo del pecado, como muchas veces se quejó de este peso, de esta inclinacion, el Apostol San Pablo. Pidamos al Señor este santo temor , que él nos abrirá las puertas de la glo- ria. Asi sea. La alma que tenemos suspira por aquella eterna man- sion. Sí, tenemos una alma espiritual, y valgámonos de algunas reflexiones, que nos ilustran más y mas sobre la sicologia , Ó ciencia de la alma. Observamos muchas ve- ces que la alma se halla embebida únicamente en su pen- samiento, atiende y profundiza el objeto que la ocupa, aunque sea en-un aposento obscuro, sin que vea ni oiga; y asi se ve que en ella ninguna impresion hacen los sen- tidos; pero piensa, y es todo lo que hace, y queda tan insensible, tan activa en sí misma pensando en el objeto, que es necesario una sensacion demasiado viva para obli- garla á que salga de aquella prision ó letargo en que la tiene su pensamiento ó meditacion. Esto no puede hacer- lo, sino una alma racional, espiritual é incorpórea, y con deseos eternos de vivir. Ocupemos esta alma en ser= vir y amar á-Dios en esta vida, para despues gozarle en la eterna. Ási sea, go