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DIA 14 VISPERA DEL DE RETIRO. A5 Señora, que nos ha dado el conocimiento de esta Fé, sin la cual no hay salvacion. El testimonio tercero de esta Fé es la santidad y pureza de ella, como consta de los Santos Evangelios; y cuan conforme á la recta razon es todo lo que enseña, y todo en favor y utilidad de los hombres, ya los consideremos en sociedad, ya como individuo; de manera que si la observasen serian llenos de felicidad; porque todo lo que es santo y puro causa la felicidad: Todo lo que en esta ley se contiene es santí- simo y purísimo. ¿Qué cosa mas santa ni mas pura, ni mas útil que los Mandamientos? ¿Qué cosa mejor puede haber que amar á todos los hombres, y no por fines tem- porales, sino por Dios, á quien principalmente se debe todo amor y gloria? ¿Qué cosa mas admirable puede haber que amar, no tan solamente á nuestros padres, pa- rientes y amigos, sino tambien á los estraños , y aun ene- migos? ¿Qué cosa mas santa que sufrir injurias sin tomar venganza ? ¿Qué cosa mas pura que guardar castidad? En fin todo cuanto manda la ley evangélica es santísimo, purísimo, y que obrándole ha de resultar precisamente la paz y tranquilidad de los hombres; y no observándo- lo , es consiguiente la inquietud, las desavenencias y las guerras contínuas. Considera una sociedad de cristianos todos virtuosos, y verás la felicidad sobre la tierra; ve- rás el Cielo en este mundo. Tertuliano decia que basta la razon para conocer lo sublime de esta ley ; en lo que brilla la sabiduría del Señor. Solo Dios pudo formar su plan, porque abraza todas las circunstancias, todos los tiempos, y conviene á todos los estados; y su observan= cia á todos hace felices, porque aun en los trabajos y adversidades de este mundo, se siente la paz en los co- razones por la conformidad que inspira en ellos, y por el premio eterno que promete despues de la muerte. Las leyes de aquellos famosos legisladores antiguos todas están llenas de defectos y vicios. Platon, que fue el mas sabio, permite le mentira, y no se atreve á decla- rar con valor y fortaleza contra los homicidos mas san» Y . . A ¡Ñ eS Í