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Ñ 0 siempre es de grande utilidad, y alguna vez ne- cesaria. esta mutua comunicación de los Capitu- lares, pues la importancia del acto que van á realizar requiere conocimiento completo, no su- perficial, de los individuos á quienes confían el gobierno de la Orden en su Provincia; y en oca- siones. el único medio adecuado para la inquisi- ción y averiguación de la aptitud de ciertos Vo- cales es la manifestación veraz, autorizada y debidamente probada, de quienes con más Íre- cuencia los han tratado ú otras coyunturas les han deparado fácil oportunidad para formar exacto juicio de su idoneidad. Lo que condenan los Romanos Pontífices son los conventículos, esas pequeñas reuniones, clandestinas é ilícitas, que sugieren la ambición y otras vanas preten- siones, pero no las que promueve y organiza contando con casi la totalidad, ó siquiera la más sana parte de los Vocales, el sincero amor á la madre Provincia y la noble aspiración, distintivo de todo Capitular deseoso de ocupar dignamen- te su puesto, de plantear un régimen beneficioso á la tranquilidad, prosperidad y esplendor de la Zeligión, siguiendo en todo la segura pauta que trazan nuestras leyes. Estas conferencias preliminares se dividen en públicas y privadas. Son públicas, las que tienen los Capitulares reunidos bajo la dirección de su Presidente; privadas, las que median entre algu- nos particulares disgregados delos restantes.
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