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56 TRATADO PRIMERO. discurso , queda el alma como mirando al Señor. en aquel paso, y como espe. rando que le hable al corazon , y le ins. pire alguna cosa buena; porque como la oracion es un trato y comunicacion con Dios, no siempre ha de hablar la criatura , si que algunas veces ha de es- perar á que Dios le responda. Movido el corazon con alguna inspi- racion del Señor, puede hacer estas ó semejantes jaculatorias : Ya sabiais , buen Dios, mi mala correspondencia ; y Ps to- do , por mí habeis sufrido tales tormentos, Ya sabia yo, Señor, que mis pecados ba- bian de causaros sales penas; y no obstan- te be cometido tantos y tan abominables, Siento y lloro mis delitos ; amo y venero vuestra bondad. Si se va apagando el a- feéto encendido en el corazon, vuelve á repetir la meditacion, diciendo: ¿Mi buen Padre tan destrozado con los azotes por un hijo tan ruin como yo * Si repetido esto una y.otra vez se vuelve á encen= der el afeéto, repetirá tambien las ja= culatorias arriba dichas ó. semejantes. En sexto lugar , ántes de concluir la oracion , sin perder de yista al Señor
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