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CAPITULO TERCERO. + 5 me delante de vos sin un amargo Manto? - Con estas Ó semejantes jaculatorias se moverá el alma á contricion de sus cul- pas, diciendo : Siento en el alma baber cometido tantas maldades : Me pesa baber ofendido á un Dios tan bueno , Ú Otras ex- presiones de dolor. Se considerará tambien en vista de sus culpas, como un Hijo Pródigo-que se ha perdido dexando la casa y compa- ñía de su buen Padre Jesus. Mirará tam- bien al mismo Señor , que como un Pa- dre amabilísimo está en aquel Altar con - Jos brazos abiertos llamando á los peca-= dores para perdonarles ; con lo que avi- vando la confianza , arrojada el alma á sus pies, dirá con afecto : Yo no merezco, . Señor , ser tratado como bijo ; pero siendo vos tan bueno, y habiendo dado santos pa- sos para buscarme , vengo aquí dá tratar con vos del remedio de mis males , y á vol- veros si pudiera, el honor que os he qui- tado. En quinto logar, sin perder el No- vicio de vista á aquel Divino Señor y Padre á cuyos pies se encuentra , puede empezar la meditacion sobre aquel asun--

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