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CAPITULO TERCERO, 273 sear salir de él, por ser estado suma- mente peligroso ; pues de la tibieza á la rdicion no hay mas que un paso , y el Señor dice: Que empieza ya a vomitar á los tibios. Luego se hará á sí mismo esta reflexion Ó argumento : ¿Yo Novicio Ca- bino , entre tantos exercicios devotos ermanezco tibio * ¿ Entre tantas obras to- das saludables para el alma , me ballo flo- «o en el servicio de Dios? Esto es tener enmi espíritu una languidez espiritual y enfermedad incurable , á la que no aprove- las*mas eficaces medicinas , con las guales otros Novicios conservan su alma ana y fervorosa. Luego no estoy así bien; ego es preciso mudar de condutta. - Siel Novicio conociera , que en rea- lidad se encuentra en el estado de la ti- bieza, no hay duda que procuraria salir de ella; ¿pero cómo podrá conocerlo? No es necesario para ello leer muchos libros. ¿En ese exámen que ha hecho de su porte en este mes, no ha advertido, que en la oracion , Misa y Oficio Divi- no ha estado voluntariamente distrai- do, sin hacer las debidas diligencias pa- estar atento? ¿ En sus palabrás , Obras S

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