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o CAPITULO PRIMERO. 261 esto le quedará para despues de profe- so la debida estimacion y el temor de desacreditarla. ¿Mas cómo ha de mirar un Religioso por el honor de su Reli- gion? 3 labándola siempre con exceso? ntando en tedas partes, sin venir veces al caso, los varones Santos y hombres grandes que ha tenido? No por cierto ; porque sino exercita las vir- tudes , ni se porta como buen Religio- so, dirán los que le oyen: Buena fué esta Religion , pues tuvo muchos santos Religiosos ; mas ya no lo es tanto, pues del que tenemos delante las costumbres no son santas. Procure pues miéntras viva dar exemplos de virtud á los del mun- do, que no es menester hablar palabras de alabanza , para que aprecien la Re- ligion en que se encuentra. Principalmente debe procurar el no mover ni aun asistir á conversacion, donde entre seculares se vituperan otras Religiones ; en tal caso mas deshonra la suya propia , que las demas; porque descubre faltar en ella la caridad , sin la qual no hay cosa buena. Por tanto debe defender siempre las demas Reli-

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