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CAPITULO PRIMERO, 259 gue oyen al que habla de este modo, “siempre se quedan en alto en órden á creerle, aun en lo que realmente es ver- dad , sospechando y diciendo: ¿$ será esta: una de las” veces, que este ponderá y añade? ¿Si en esta ocasion hablará an- ológicamente 0 con mentira? Debe pues el Novicio hablar Ó responder á lo que le preguntan con verdad ; jamas por ex- “casarse de algun defecto ó dar razon de lo que se le pide, niegue lo que es ,ni afirme lo. que no es. Esto no es decir, que todo lo que es cierto puede decirse, ni que ha de estar siempre en la boca, quanto «hay en el corazon ; pues muchas verdades, especialmente si son contra el honor del próximo, y muchas cosas :se- cretas; que importa el que no se sepan, será culpa el proferirlas, aunque sean ciertas. Esta es regla indubitables nun- ca és lícito decir mentira; pero muchas yeces es lícito y aun obligatorio el ca- lar la verdad. *: OE E -—La ingratitud y olvido delos bene- ficios recibidos es vicio , que se oponeá la misma naturaleza racional. Un Novi- cio si llega á pr ha de vivir siemn- 2 e TO A de Ho A A Á cn ht de S A A === E nr mi Al P.. . pt Pr “e ; . 0 o a A Po > a 8 ; «a a . e -..e EE IO

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