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CAPITULO TERCERO. 247 yw les dé abundancia de auxilios para la emienda; para este fin se pone delante de Dios en la oracion con tanta freqijen- cia; pues si no se exercitan en la humil- dad, jamas les oirá Dios ni les favore- cerá, ántes bien les arrojará de sí , como al Fariseo. Las obras buenas en la Re- ligion son freqiientes , las mortificacio- nes muchas; pero si no las acompaña la hamildad , ni aquellas realmente son buenas, ni estas útiles, ¡Oh santa humil- dad, y quánta es tu excelencia! Al ma- yor pecador, si le acompañas á los pies de Christo, le haces santo ; y á perso- nages tan altos como fuéron Lucifer y los suyos , el no hallarte entre ellos , les convirtió en feísimos Demonios. ¿CAPÍTULO QUARTO. DE LA VIRTUD DE LA S Mansedumbre. Al mansedumbre es la virtud que 34 modera los ímpetus de la pasion as fuerte , y vicio que mas trastorna, que esla ira; y por consiguiente es la «e MS eye Ps RIP AA ga “ $ 3 A A a IAN ] Mi A

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