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CAPITULO TERCERO. 103 ce un alto de humildad muy heroyco. Por no haberlo:executado así desde el principio de su conversion , hay algunas almas que tratan de virtud , pero no lle- garán á la: perfeccion :porque están tan casados en su parecer propio, que nun- ca volverán atras en lo que juzgan; aun les parece , que todos yerran 2 ellos. Si llegan á tener una cosa por bue- na, quedan tan firmes en aquel juicio, que aunque les hagan evidencia delo contrario, y no sepan responder ,se que. dan en su propio juicio, diciendo , que es imposible ser verdad lo contrario de lo que ellos han aprendido. Con esto les falta la humildad: de entendimiento, y por lo. mismo la de voluntad; y es con» segiiente, que se estimen y aprecien á sí - mismos : ¿cómo pues llegarán. sin esta | virtud á la perfeccion? y Si un Novicio pone gran cuidado: to- do el año en sujetar á estos tres gran= des enemigos de la vida espiritual , pue- de prometerse: la viétoria contra todos los vicios y el logro de las virtudes, Pe- ro dexando viva alguna de estas tres da- adas raices, se malograrán sus traba- N

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