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CAPITULO- TERCERO, 149 versacion con otro de cosas del siglo , ó la curiosidad de preguntarle cierta noti- cia que no le importa : se le propone un exercicio mas acomodado que el que tie- ne, un empleo de mas honrilla , Ó cosas semejantes; al punto cobra afeéto á a- quellas cosas , y una como ansia de con- seguirlas : estas son las pasiones de amor y deseo, En estos súbitos movimientos no queda el alma aun dañada , pues los pa- decen hombres muy justos. Luego que percibe estos apetitos el entendimiento, que en el Novicio es como un Médico instruido en las cosas de la Fe y Reli- gion:, dice así : Aquel gusto que apetece la concupiscencia de comer , de-hablar, de divertirse, 8zc..es leve y momentá- neo, y el daño que puede causar al al- ma es muy grave; pues logradas esas co- sas deseará el apetito otras peores, con lo que se arriesga su eterna salvacion. En vista de estas reflexiones , suponga- mos que la voluntad del Novicio:como Enfermera manda, que el apetito: no consiga aquella conversacion ó aquel e- xercicio de vanidad ,que el entendimien- to ha representado puede dañarle, Si á

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