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148 TRATADO TERCERO. cina , porque le parezca amarga , procure huir de ella , y se llene de tris. teza si se vé precisado á tomarla. Enes. ta ocasion el Médico pondera las utili. dades de aquella medicina, y el Enfer- mero queda encargado de administrarla á su tiempo. Esto supuesto, si el enfer- mo con el deseo de la salud se rinde lug. go á tomar la medicina, Ó si excusándo- se y replicando, últimamente obedece al Enfermero , podrá lograr la salud, co- mo está dicho en el primero y segundo de los efeétos de arriba. Pero si en vista de la repuguancia del enfermo , el Mé- dico calla, y no descubre la necesidad de aquella medicina , Ó descubriéndola, el Enfermero por no disgustar al enfermo, no le obliga á recibirla , en este lance corre peligro la enfermedad. Y en estos dos últimos efectos , igualmente que en los otros dos últimos del caso antece- dente, son culpables ya el Médico, ya ' el Enfermero. . ez Bien comprehendida esta especie de parábola , se puede aplicar á nuestro a- «sunto del modo siguiente: Se le propone á la imaginacion de un Novicio la con- 1 | .

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