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CAPITULO QUARTO. 103 gatorio ; porque como Dios desea verlas. en el Empíreo, agradecerá á los que las, ayudan á subir á aquella Gloria; tam-, bien por ser el socorrerlas uno de los, aótos mas heroycos de caridad : última- mente , porque las mismas Almas en sa- liendo de sus penas se acordarán en el Cielo de quien les hizo tanto fayor. Pue- de exercitar esta devocion á las Almas oyendo por ellas algunas Misas, apli- cándolas indulgencias , rezando Salmos, Responsos y otras oraciones en sufragio suyo. Y aun las penitencias y Obras bue- nas que hiciere el Novicio , puede apli=" carlas en satisfaccion de las penas que merecen aquellas pobres afligidas , sin temor de que por esto queden ménos pa- gadas sus propias culpas; pues el acto de caridad con que esto se executa ,lo su- ple todo, .. | Debe advertirse con cuidado, queno: es bueno cargar de devociones exteriores; pues si estas impiden el cumplir con las obligaciones del estado, ya no son actos de devoción. La razon es clara: la deyo- cion verdadera es un deseo y ánimo pronto de obsequiar á Dios, á la Vir- a
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