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' E CAPITULO TERCERO, 87 ara su alma. Para aficionarse el Novicio decir con fervor el Oficio Divino, de- ' be hacer el debido concepto de la subli- midad y valor de este empleo. No debe - tenerle como carga ó tarea quotidiana,al modo de los otros exercicios manuales del Convento; sí que ha de considerar, que el alabar á Dios es el mismo oficio, que los Angeles y Bienaventurados tie- nen en el Cielo, y les sirye de gloria. Debe tambien estar asegurado , que el tiempo que emplea en alabar á Dios, es de gran gusto para el mismo Señor, y de gran mérito para su alma. Este pues exer- -Cicio tan grande y provechoso, si el No- vicio no aprende ahora á executarle con la atencion que corresponde , despues le cumplirá con fatiga, con disgusto pro- pio, y con desagrado del Todopoderoso; quien arrojará de sí el canto ó rezo , en que la voz interior no concuerda con la exterior. Mas si aprende ahora á decir el Oficio Divino con fervor y espíritu, asistirá despues siempre 4. él con gusto propio , estando asegurado , que le re- compensará el Rey de la Gloria. Lo mis- mo que al tibio , por ser obligacion quo-
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