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CAPITULO SEGUNDO. 83 Zaudamus , ó algun Salmo ó devota ora- cion propia para este fin. Despues se pon- drá á discurrir ,como tratando con el Se- ñor que tan de “asiento está en su pecho, de este modo : Este Jesus sacramentado es un Médico celestial ,que ba curado á millo- nes de almas enfermas por la culpa; la mia está llena de pasiones y defeétos, y ha co- metido muchos pecados. Luego dirá : Pues, Señor, ya que estais en mi propia casa , y yotengo fe de que podeis darme la salud es- piritual ¿os pido me perdoneis especialmen- te estos pecados que son mas graves , y me deis viftoria contra estas pasiones que mas me dominan ; con sola una" palabra vuestra quedaré sano. «Dicho esto con afecto, y mirando á Jesu Christo dentro de su pecho como un Rey poderosísimo y riquísimo , consi- derándose juntamente á sí mismo como perseguido de los infernales espíritus en varias tentaciones , y tan pobre y mise- 'rable , que le faltan todas las virtudes; a- vivará la confianza , y hablando con este gran Monarca que-tiene tan cerca, dirás Señor , yo sé que con unía palabra podeis vEN- cer todo el Infierno;gus PUE . Le de es- * y

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