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(1 ciertamente la verdad , que + debe predicar en el Púlpi- to::: sale mejor de la boca: de un Capuckino, que de la de otro qualquiera. Este alto diétamen , que de los Ca- puchinos habia formado aquel gran Pontífice Benedic= to XIV. (de quien son estas palabras ) dexó estampauo con mucha luz. en un Rescripto Apostólica, que se puede leer en el tom. 7. del Bulario Capuchino, p4g:356. A la verdad este es el mayor elogio , que puede medi- tarse en crédito de estos Padres, aunque su gran reli- giosidad , y zelo seráfico lo tienen bien merecido. Es cada Capuchino un vivo retrato de penitencia: su a8> peéto grave , y magestuoso : su vida exemplar, y edi» ficativa : su profesion rígida , y penitente ,su desnudez, y pobreza ;todo está reprehendiendo la vida licenciosa de los mundanos. 23 En todos los exercicios religiosos han sido siem- pre grandes, y eminentes los Capuchinos; pero en los del Púlpito:-parece se han excedido á sí mismos. Léanse las Crónicas de.estos Padres, y se hallarán cosas portentosas, y admirables. Un $. Joseph de Leonisa, que discurrien- do. de Pueblo en Pueblo, siempre descalzo, ensangren- tados los pies por breñas, y montes , entre aguas , y nieves , ningun dia dexó de predicar, y muchas veces quatro , Ó>seis sermones. Un V, Fr. Angel de Ferno, muy amado de S. Carlos Borromeo , que predicó en las Ciudades mas célebres de Italia treinta mil sermones. Un V. Fr. Matheo de Baso , primer Reformador de los Capuchinos , fervorosísimo Misionero , que predicando de dia , y de noche, quasi sin cesar, y confirmando. el Cielo su doétrina con repetidos milagros , desterró de Jtalia infinitos abusos. Un V. Fr.:::Pero dónde voy numerando astros Capuchinos , quando es mas facil contar una á una las estrellas? Por.eso los Sumos Pontí- fices , Emperadores , y Reyes los han escogido para Predicadores, y Confesores suyos. De los Predicadores del Papa haré tratado aparte al num. 25. De los que han tenido , y tienen aétualmente los Emperadores , y Príncipes Soberanos , es casi imposible por su multitud Ca for- A : ¡ |