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é1r cion entre todos los Aulicos , y Embajadores. . Pero quien mas le estimó fue el Católico Monarca , vene- rando sus diétámenes como sentencias de Apolo. Lle- gó á la Corte de Madrid un Embajador de Alema- nia ; y el Rey por varias razones de estado no le quiso dar audiencia, aunque repetidas veces se interesaron para este fin las personas del primer caracter , y de ma= yor respeto; pero luego que se interpuso la humildad de Fr. Jacinto, se consiguió al punto. Ultimamente, lleno de méritos , y virtudes, amado de los Sumos Pon- tífices, venerado de los Reyes , famoso en santidad, y milagros , aplaudido por sus letras, murió en la Ciu- dad del Casal año de 1627. La portentosa Vida de este insigne Capuchino , se halla en el tercer tomo de los Anales Latinos de la Orden. 20 Eltercer Embajador, que ha venido á España, es el VyR. Br. Lorenzo de Brindis, varon de agigantada Aita y eximia erudición , cuya santidad se espera en breve canonizada por la Iglesia. Fue General de la Or- den , y por sus singulares prendas tan amado de los Príncipes Católicos, como perseguido de los hereges. Estos vivian tan ofendidos de su predicacion , y doc- trina y por las muchas conversiones que haci: 1) aun en sus mas famosos Predicantes , que varias veces intenta- ron quitarle la vida. Por esto el Serenísimo Señor Du- que de Babiera mandó ( repugnándolo el Siervo de Dios, que deseaba derramar la sangre, por Jesu-Christo ) que siempre le escoltase una Compañia de Caballos , aun quando decia Misa , en que tardaba regularmente seis horas, y muchas veces doce , arrebatado en profundí- simos éxtasis, y dulcísimos deliquios, 21 Despues de varias Embajadas á diversos Prínci-= pes de la Europa, vino dos veces 4 Españaal Señor Feli- pe III. La primera fue embiado por el Emperador de Alemania , y la segunda por el Pontífice Clemente VIII, El Rey Católico hizo siempre gran concepto de este venerable Capuchino , honrándole con singularísimas demostraciones de afeéto , y de cariño. En la segunda Em-