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criolla e (16) caba con tanto aplauso , que: concurrian 4 sus ser- mones, que los hacia de: noche ; muchos millares de personas de las Villas , y Aldeas circunveci- has , en tanto grado , que el Virrey dió orden para que las puertas de:la-Ciudad no-se cerrasen hasta la media noche, pata dar lugar 4 que saliesen los foras- teros. Los Pontífices Páulo V, Gregorio XV. y Ur- bano VIII. se valieron de su prudencia en los mas arduos. negocios de la Iglesia. Hizo varias Emba- jadas al Emperador, y al Rey Christianísimo , y siempre con éxito feliz de:sus negocios. 18. Vino, finalmente,4 España por Legado'de Su Santidad al Sr. Felipe 111; y habiéndole oído el Mo- narca con singular complacencia , mandó á su Minis- tro tratase con el Embajador Capuchino el asunto de su venida. Llamóle el Ministro 4 su casa ; y habiéndole recibido con singular desprecio , sin hacerla cortesía, ni quitarse el sombrero , le dixo lleno de arrobancia, y vanidad : Me admiro mucho que el Pontífice ignore la magestad , y grandeza del Rey de España , pues le em-' bia por Embajador una.persona tan despreciable. Oyó el despreciado. Capuchino sin perturbarse esta rígida censura; y juzgando en ella ofendida, no su; persona, sino la suprema dignidad del Pontífice , se acordó ( sin olvidar su humilde profesion ) del oficio , y ministerio sagrado' que:exercia , y luego con libertad sañnta', y gravedad religiosa se.sentó, en una silla sin-esperar la vénia , no sin admiracion grande del Ministro. Empezó 4 hablar el Embajador Capuchino' sobre su comision (desentendiéndose de la aétual recibida ofensa) tan al- tamente , con energía, y eficacia: tal ,que pasmado el Ministro , le parecia no era hombre , sino Angel el que oía y así, mudado todo, se descubrió la cabeza ; y acá- bado el razonamiento, le salió reverente á acompañar hasta las últimas escaleras de su Palacio. 19 Se hizo público en la Corte el caso referido, pues no faltaron testigos de todo el hecho: conque se adquirió el Capuchino el debido respeto ,.y venera- cion