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A An S 53 DIA PRIMERO damento hago éon alguna acritud la correccion ; porque, a la verdad , quisiera fuesen rayos penetrantes mis pa- labras , que traspasasen muchos corazones , ó por lo me- mos espantosos truenos , que resonando en todo el mun- do , despertasen a tantos Eclesiasticos como yacen en el profundo sueño de la inconsideracion con que vinieron al estado sin la menor señal de vocacion ) ¿Cómo , de- cia , Clerigo inconsiderado ,te has atrevido á entrar aqui sin vocacion de Dios? ¿Quomodo bic intrasti ? ¿Cómo sin ella has osado ponerte el Manipulo, vestir la Esto- la, y sobrevestirte la Casulla? ¿Cómo te has introduci= do hasta el Sanéta Sanétorum de el Dios de los Exerci- tos , y has usurpado temerariamente la accion de distri- buir la Carne , y Sangre de el Divino Cordero inmacu- lado? ¿Quién puso en tu corazon tan atrevida audacia? ¿Qué temeridad , Ó por mejor decir , para hablar con palabras de el melífluo Padre San Bernardo: (28) Qué insolencia , O insania fue la tuya ? ¿Dónde está el temor de Dios nuestro Señor? ¿Dónde la memoria de la muer- te? ¿El miedo de las voraces llamas de el Infierno? ¿Y dónde la fé de aquel tremendo juicio en que has de dar razon de tu osadia , tutemeridad, tu atrevimiento, quan= do sin certificarte de la divina vocacion te arrojaste pre- suntuosamente 4 recibir los Ordenes Sagrados? 13 ¡Oh, Padres amantisimos ! yo con San Chrysos= tomo me asombro , me pasmo , me horrorizo, y me cu= bro todo de sudor frio al meditar seriamente la insolen- cía con que semejantes temerarios , necios buscan , Soli- citan , ruegan, bregando ( para decirlo asi) por abrir puerta , O brecha por donde introducirse sin rastro de vocacion al Clericato. Ignorantes miseri y dice el Santo, quod (28) D. Bernard. supra num. 6.