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e cm 24 DIA PRIMERO - 4 ¡Oh, y qué ageno que he estado de este pensa» miento , este cuidado , y esta reflexion! ¡Oh», y qué lexos de agradecer este beneficio he vivido; pues , aca so, aun no me ha venido a la memoria seriamente has. ta ahora para agradecerle, y corresponder a él dig- namente ! ¡ Ay de mí, Clerigo ingrato , € inconsidera= do , y con quánta razon puedo temer , que enojado Dios por tan grosero olvido , ya que no use el rigor de echarme de su Iglesia , como por tal ingratitud he merecido, me prive por Jo menos de aquellos auxilios es- peciales con que serviria dignamente el Orden , y em- pleo que me cupo en ella , y por cuya falta estoy ¿ acá= so , tan sumergido en la tibieza , como a la Divina luz . voy conociendo : pues , como enseñan los Padres, y Doéd%tores , nada cierra tanto el corazon á los llama= mientos de la gracia, y le indispone para recibirla , co- mo la ingratitud , y virtual desprecio de los divinos beneficios! ¡Ay de mí, y ay de los que , como yo, vivimos en la Iglesta olvidados de el beneficio de nues- tra vocacion! 5 Y si esto puedo temer , por solo el olvido en: que he vivido de tan gran favor , ¿qué temeré si refle= xiono que aun ha» llegado mi maldad á volver tantas abominaciones , como yo me sé, en cambio de el be- neficio de haberme Dios asi llamado? ¿ Qué de el mis- mo Habitosanto, de la Dignidad, la renta , la auto- ridad he abusado tantas veces, haciendo medios para: ofender á lua Dios tan+liberal conmigo de los mismos' dones que me- dió, para que le sirviese en la Iglesia con honor , y aun con la comodidad , que , por ven= fura , no tendria , si hubiera permanecido en el estado ” de lego? 6 ¡Oh , que a visía de esta mi torpe, ingratitud, no