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a io Dia OCTAVO usurpar lo 2geno , y otro en abusar de ello:en vanidades; no se endurezcan en la culpa, dice el Santo : porque aun- que con sus rentas “se eximan aqui de las penurias, y trabajos de los hombres, no podrán librarse de ser ator= mentados allá con los demonios. | 14 Nuestro Capuchino retirado nos encarga, que en el tiempo de nuestros Exercicios , que hacemos cada año , demos una ojeada por muestras pequeñas Celdas, preguntando a todas sus pobres alhajuelas , con una san- ta resolucion «de deshacernos de quantas sean superfluas, en esta forma : ¿De qué sirve esto? Yo , responderá al= guna por ventura , de adorno para la Celda solamente. Pues idolos fuera. ¿De qué sirve aquello? De nada. Pues vaya donde no esté ocioso. ¿De qué sirven estos libros? De hacer ostentación de estudioso, ú de que llenen los estantes y cogiendo polvo solamente. Pues vayan á la li. brería donde sirvaná quien los necesite. ¿Para qué -apro- vecha aquella otra cosilla? Para alguna tal qual comodi< dad no mas. Pues en la Cruz de Jesu Christo no háy comodidad 5 y asi vaya 4 un enfermo, que necesitará, acaso , de ese alivio. "02 <> ; 15 Esto mismo , Padres amantisimos, quisiera yo hicierais todos “en estos Exercicios : pues la distincion que hay de vósotros á-los Capuchinos en quanto á las cosas que conviene tengamos , Ó- usemos cada uno, la salvarian las respuestas mismas que os darian , si con constante resolucion de moderaros, conteniendoos dentró de lo respeétivamente necesario en adelante, lo pregun- tais con corazóW Sificeró' A vuestras mismas cosas. Dad, pues , una ojeada desde esta misma Iglesia vuestra cas sa, y preguntad : ¿De qué sirven tantos criados que ten- go? Dos son, por exemplo , verdaderamente necesarios; pero los demás solo me sirven de estentacion ,-u de co- mer:

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