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POR LA TARDE. 331 25 Padre, dirá por ventura alguno de vosotros , eso es cierio ; pero.esa: ciencia , ese modo. de saber:, se ad- quiere de el Maes:ro Divino en la Oracion 3 mas no la comunica el humano en la predicación. ¿Quién dice tal? Concedo que el Espiritu Santo es el propio, y unico Maestro de la «escuela de esta Santa Iglesia ; y quesiél no obrára con nosotros , no comunicáran a los oyentes esta sabiduria.nuestras voces; pero qué, ¿no son el-orga- no de ese Divino Espiritu ? ¿No habla él , y enseña por nuestro Ministerio a los Fieles? ¿Pues por qué piensa al- guno ncciamente y que predicando , catequizando , con- fesando , e instruyendo en qualquiera manera el Sacer- dore sabio con christiano zelo á sus oyentesz no les.cn- señará esa ciencia próética? Si el Predicador predica a solos los oidos con facundia humana ¿ es verdad que, quando mucho , comunicará soto una luz escasa a sus en- tendimientos ; pero. si con apostolico zelo , y doétrina, qual dixe en la primera parte , les predica; penetrará sas voluntades , hasta dividir su alma de su espiritu , y los dexará instruidos en aquella ciencia que practicamente los enseñe , y eficazmente mueva, por lo menos quanto es de su parte , á obrar en consequencia deJo que creen, y esperan : y este es el modo. en que debemos enseñar y si hemos de usar de nuestra ciencia en nuestros Ministerios en forma que cumplamos con la obligacion de nuestro Sacerdocio» 26 El caso cierto es, que no damos esta luz noso- tros a los Fieles 3 sca porque no la tomamos de la lam- para de el Santuario , estudiando , como he dicho ya: porque pensamos ilustrarlos con luces peregrinas de con- ceptos yanos , y foridas voces : porque «dos. ignorantes; emprenden este Ministerio temerariamente ; y los sabios estancan la doétrina en los pozos dela ociosidad ; O sea por A y 4 Í 14
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