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POR LA TARDE 103 mo es encumbrado , y alto nuestro Sacerdocio , ¿cómo nos contentamos con/una virtad (si ly tenemos) tan co- mun , tan tibia, tan escasa? ¿Cómo presumimos lle- nar con obras tan pequeñas la medida de la santidad á que nos llamó Dios al Clericato , y en él al Sacer- docio? ¡Ob, y qué peligroso es el éstado“eñíque vi- vimos! ¡Qué cerca estamos de perdernos , si no sa- cúdimos de nuestros corazones la tibieza [| y reformas mos las costumbres! 13. Ya, Dios mio , a la luz, que me dispensa vuestra gracia en estas reflexiones , veo mi peligro; y esta vista me llena de “tenor vehéménte de ii conde- nacion : mas este mismo temor es mi consuelo en el peligro en que me ha' puesto 'mi tibieza. Este' temor espero sea mi salud en adelante , ya que el no temer me llevaba tan ciego al precipicio. Ea , pues , Señor, Confige. timoré tuo carnes" meas.:: Traspasad mi «córazon con vuestro temor santo 5; con aquel temor filial con que os temen los que os amam, y sirven cómo hijos, Sellad con él ¿mi memoria, mi. voluntad , mi entendiz miento ,- y todos los demás «sentidos. Bienaventurádó aquel que siempre teme. Desdichado quien vivieñd 5:en tanto peligro como “yo vivia ;-se rie: y alegra yána- mente , olvidado de su proprio riesgó. No permitais” se aparte ya de mí vuestro temor con que humilde , y confiadamente obre mi salud desde hoy con vuestra gracia. j

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