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AÑo 1784 51 y en ella, lo mucho que Dios para mi aprovecha- miento me ha enseñado, digo: que en otra ocasión, hallándome de Cuaresmal en la Isla preparándome un día para predicar con un rato de oración, se me ocurrió la conmoción y admiración de la gente por mis sermones y los efectos que ellos causaban, de amor á Dios, junto con el buen juicio que de mí hacen; acordéme entonces de la zarza de Oreb con la admiración de Moisés: Quare non comburatur ru- bus; y percibí en mi interior ta voz del Señor pene- trante y clara: Tú eres esa zarza. Esto fué con una luz abundantísima que me hizo ver que la zarza, sin dejar de serlo, ardía para la vista de Moisés, sin in ternarse en ella el fuego, ni caldearla, conservando todas sus espinas y su inutilidad, pues el fuego no era para ella, sí para otros. Sobre esto uma morali- dad tan apropiada á mí, que si me aprovechase de ella, tenía que meditar por muchos días, concluyén- dose todo esto con el in meditatione mea exardescet ignis, para llamarme la atención á la oración. En la ocasión de hacer una misión en una ciu- mosa vida. Y mucho menos creyó, que los papeles por él emborronados se guardarían como prciosas sartas de perlas y sus reliquias se estimarían más que el oro y el brillante Solo por sus cartas sabemos ciertos rasgos de su vida in terior y no pocos favores con que el Señor le favoreció, bien que se esfuerza por desfigurarlos quitándoles importancia tanto, que algunas veces creeríamos ser una simple ocurren cia, sin interés alguno, lo que es una visión con todos los ca racteres de tal. Es admirable el estudio que pone para ocul tar cualquier cosa que pueda engrandecerlo; en cambio, se echa por tierra y se apostrofa con los epítetos más humi llantes. En parte alguna habla del éxtasis que tuvo en la Capilla de la enfermería de Sevilla, cuando el 17 de Sep tiembre de 1785 se le apareció el Niño Jesús y le dió un cu- riñoso abrazo; ni de la visión habida en el camarín de la Virgen de la Paz, de Ronda, ni de otras más que, á no ser por ¡os muchos que lo acechaban, y fueron testigos de ellas, hubieran pasado al olvido, como habrán pasado otras.