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ARIAS ESA > A 5 A AS A A .. A Í 4 i 560 CARTAS DEL Baro DrrEGO dogma, ée., por lo que no me olvido de la preven- ción que V. me hizo desde Inego del jansenismo propagado en España. Mi interior sigue en su habitual disipación, sin ocurrir cosa particular. No obstante, me parece que las tentaciones que en estos días suelen ser presente contra la santa pureza; deseo despreciarlas pura- mente por el amor de Ntro. Señor Jesucristo, por no desagradarle, y por no serle más ingrato. Ojalá que así sea y que no abuse yo más de su bondad. No sé qué imán ó tirante advierte mi alma hácia Nuestro Señor Jesucristo, que aun en medio de mi increible disipación, no deja de advertirse y veo prácticamen- te el Mihi vivere Christus est porque sin su gracia, amor y asistencia, es como imposible el vivir. En esto no hay más que el conocimiento especulativo de su verdad. No crea V. otra cosa. No puedo más. Me repito de corazón á la obediencia de V.; le deseo la mejor salud y el mayor consuelo en su aflicción por la falta de mi bendita hermana; le pido su bendición y sus oraciones: y le pido á N. Señor guarde su vida muchos años en su divino amor y gracia como lo apetece su afectísimo menor hijo y siervo que más en Ntro. Sr. Jesucristo lo ama y S. P.'B. Fr. Dreco José pe CÁprz. A mi Ven. abuelo mil cosas. Mi P. y Sr. D, Juan José Alcover. Esta fué la última carta que el Bto. Diego escri- bió á su director, El lector habrá podido apreciar sobradamente los altos vuelos de su espíritu de apos- tol, su humildad profundísima y el candor ange-