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Año 1800 D41 > JM. Y J. Ronda 26 de Agosto del 1800. Amadísimo y venerado P. mío en el Señor: éste sea siempre con nosotros. Amén. Después que escribí á V. mi última intenté re- petirle prontamente otra; más me lo impidió la ne- cesidad de repetir otras tres sangrias, porque ni los baños ni los refrescos bastaban á templar el grande incendio de la sangre. Ya, gracias á Dios, me hallo mejor y voy continuando los refrescos. Bien me persuado, que sin milagro no puedo volver ya á la perfecta robustez y sanidad de los años pasados, y por lo tanto, miro mis malecillos como una especial misericordia del Señor para-que no aparte de mi la memoria de la muerte con la necesidad de prepa- rarme con tiempo para ella. Esto me llena de temo- res porque no trato de prepararme Con la verdad y eficacia que exige un asunto tan interesante. La misericordia del Señor es tanta con esta su ingratísima criatura, que á pesar de mi continua in- terior disipación, se ha dignado concederme un grande amor á la virtud santísima de la fe, con al- guna luz de lo que es la fe práctica, y de cuanto debo esmerarme en dejarme guiar de su infalible enseñanza en todo. Es tanto esto, que en el fondo de mi alma advierto un consuelo y gozo no peque- ño siempre que se me propone algún acto de vir- tud, imperado de la fe, y. g.: 5e inclina la voluntad á alguna cosa defectuosa, Ó indiferente no precisa, se me recuerda: la fe enseña que esta inclinación debe ó conviene mortíficarse, «.; al punto aquella mortificación ó negación se me propone gustosísi- ma. Si yo fuese fiel á esta divina luz no dudo que

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