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% RAI A 538 Cartas ban Beato DieGo Puedo decir con verdad que no he tenido repug- nancia á seguir la determinación de esa conventua- lidad, y añado, que debo á Dios Ntro Señor una perfecta resignación para obelecer con alegría á pe- sar de los fuertes y gravísimos motivos que me pa- rece me lo impiden. De estos sabe V. y €xpuse á los PP. algunos, de los demás son de tal entidad, que entendido el caracter de V. la caridad con que me trata y lo que comprendo de su modo de pensar, tengo para mí como indubitable que lo separarían enteramente del intento, hablo de la conventuali- dad. Me sería del mayor consuelo y satisfacción que V. me viese, unas veces sin que yo le viese, y otras viendolo para que por sí mísmo se actuase á fondo de cuanto sobre esto conviene, y es necesario que V. sepa para su gobierno, su resolución y mi segu- ridad. Esto me hace desear con ansia su vista; pero considerando que para ella no me es facil ni tal vez posible por mi situación el viajar á esa, lo dejo á la Providencia del Señor para que la disponga dende, como y cuando sea de su divino agrado, y así se lo pido. Mucho celebraría y me conduciría si pudiese ser aquí; mas no debo ni proponerlo, porque es dema- siado, Como cuando vino la carta de mi R. P. Provin- cial sobre mi viaje á esa, me hallaba en la tempora- da de no poder trabajar en mi tarea de pluma por la calenturilla, me había dado algo á la vida interior y á leer algún rato que podía al P. Escarameli, y en efecto advertí que mi disipación interior no era tanta, tenía alguna devoción y presencia de Dios, de suerte que ya me parecía que iba á ser un santo. Ya he dado principio á escribir, y como esto me lleya la atención en términos que asi no me deja pensar en Otra cosa, ha vuelto la antigua habitual falta de de-