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Año 1800 D37 espíritu se hailaba, cuya opresión aun no acierto á declarar. Es preciso decir á V. que mi horrible con- goja la causaba el miedo en que me tenía la separa- ción de V. que aguardaba en cada correo de resul- tas de mi mala explicación por mis limitados alcan- ces. Ya veo mi equivocación y que la caridad de V me da la seguridad que necesito y que no merezco. No tengo voces para expresar cuanto es por ella mi agradecimiento, mi dilatación y mi tranquilidad. Dios se lo remunere á V. con espirituales y eternos premios. Quisiera para contestar á la de V. poder mani- festarle mi interior como en un mapa para que me- jor conociese cuanto en él se halla, ya de resultas de lo pasado y ya con respeto al asunto que ha da- do motivo á ello. Creo firmemente cuanto V. me dice en ningún influjo con mis prelados sobre mi conventualidad en esa: y así como V. tiene la bondad de satisfacer- me ó desvanecerme este juicio, es necesario que yo le satisfaga asegurándole que el fundamento que para ello tuve fué decirme en la suya nuestro P. Je- rónimo: «Estuvo aquí el Sr. Abad; hablamos, me mostró un parrafito de una de V. P. que también vió Ntro. Rmo.; y su Rma. dice, que por ahora siga V.P. el dictamen del Sr. Abad y mío que es que se venga V. P. á esta» Ya ve V. P. lo que estas expre- siones significan y que no fué sospecha mía infun- dada la que puse á V. en mi anterior; ya quedó es: to disipado con lo que V. me insinua. También me satisface, me enseña y me confun- de la respuesta que da V. sobre su falta de contes- tación á las reglas ó instrucciones que le tengo pe- didas relativas á la contemplación. Confieso mi es- tolidez y que sin causa me he lamentado. 08