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41) CARTAS DEL BEaTO DrEGO La nieta ha estimado mucho la respuesta de V. yo igualmente porque su contenido ha sido una oportunísima y eficaz confirmación de cuanto le teng) dicho para su estado actual, pues se le pro- ponía tal vez, que no estrecharla más sería conde- cendencia ó efecto de mi genio suave, por atender demasiado á sus padeceres. Me dice le dé á V. las gracias y que le prevenga no es hija de la otra se- fora, sino en la estimación; porque desde los 12 años la tiene en su casa, y es la que la gobierna de. Es persona distinguida, mas no de la familia ó pa- rentela; la otra señora se repite á V. igualmente y una yotra le piden para siempre sus oraciones. De la M. Isabel García ya dije á V. lo que me parece su espiritu. Voy siguiendo los baños; pero ni la convulsión se sujeta, ni la cabeza se entona: Dios haga su san- tísima voluntad. Bien es verdad, que no cesa la ta- rea de escribir, porque el sermón de los señores In- fantes me dá demasiado que hacer, y me quita so- brado tiempo. Dios me fayorezca. En el día nada especial ocurre que participar á V de lo presente: vamos á lo pasado. A los tres años con poca diferencia de más 6 menos de vivir en el convento de Ubrique, me en- vió de repente el Prelado de Cuaresmal á la villa de Estepona, donde había unas enemistades, que casi trascendían á todo el pueblo, entre el padre Cura (1) y el padre beneficiado, cuyo pleito había seguido más de 16 6 17 años, y era el escándalo de este Obispado, pues ni el mismo señor Obispo (1) Dios vinculó á las primicias del Apostolado del Bea to Diego la unión de voluntades de dos sacerdotes tal vez para dar con este hecho más resonancia al joven misionero, y que su fama se extendiera rápidamente, como, en efecto. así ocurrió,

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