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38 CARTAS DEL BrEATO DIEGO y á la tarde, después de Vísperas salgo á oir aque- llas religiosas que cuido, repartiendo los dias, según lo que ocurre, Á la noche después de los actos de Co- munidad suplo la hora de oración de la tarde á que por haber salido no asistí; y para ella leo el punto porel P. Avancini en latín; y procuro leer entonces un capítulo del P. Kempis; tengo la oración paseán- dome en un sitio retirado, porque lleyo muchos años de experimentar mi flaqueza en dormirme infalible- mente no siendo así: á las diez y media por lo co- mún me voy á recoger, y mi dormir es sobre las ta- blas desnudas. Fuera del convento procuro dividir el Oficio di- vino de modo que algo se asimile á los actos de Co- munidad, hago todos los dias (aquí y donde logro igual proporción) la disciplina y las dos horas ó ra- tos de oración. Por acá fuera del convento suelo ser perezoso para leer el punto y por lo común voy á meditar la materia que pertenece al día, y la hora, fiado en lo que sobre aquello tengo dicho ó leido; al. guna vez falto á la oración ó por tareas 6 por extra- fas ocurrencias. Mi difunto P. Gonzalez en vista de mis ocupaciones y de mi necesidad, me puso por ley no había de faltar á los dos ratos de oración. Pido á V. que para ella me señale las materias que guste, en la inteligencia, que sea la que fuere yo voy allí á guardar el sitio; las meditaciones que son doctrina- les me ocupan algo las potencias pero es tamquam aquam decurrens. Dios dé á V. luz para entenderme y para gobernarme. No puedo ya mas por ahora, Estas señoras nietas se repiten á V. y la que ha es: crito dice no la trate V. de señora. Yo como todo de V. me pongo á su obedien cia, lc pido su santa bendición y me encomiendo en sus oraciones mien- tras ruego á Dios me guarde su vida muchos años en su santo amor y gracia.

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