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nm a 454 CARTAS DEL BEATO DIEGO que estaban rezando el rosario ó no sé que devotas oraciones á nuestra Señora, y acercándome á uno de ellas, tomó el gato y lo apartó de mí, de suerte que no volví más á verlo. Pasé adelante é hice tránsito por una sala muy aderezada, donde había varios señores ricamente vestidos, al modo de tenientes generales, de los cua- les se llegaron dos á saludarme, les correspordí muy depaso y sin mirar lo que allí había, proseguí mi ca- mino á la otra casa y á este tiempo desperté. La in- teligencia que se me ha repuesto de lo referido es, que aquellos dos gatos, son, el más tenaz el espíritu de mi impaciencia y el otro el de vanidad. De este lo conocí en los diferentes pensamientos de ella, que en lo mayor de mi peligro me asaltaron; los cuales con la gracia de Dios se disiparon proutamen- te; y de aquel lo conocí también en la continuación de sus tentaciones, conocí que para separar de mí á este enemigo, sería el medio que yo y otros ciama- semos á María Santísima, nuestra Señora, con devo- ciones y con instancias. De las ofertas de aquellas señoras con su casa, facultades «. no acabo de en- tender lo que ello sea. A pesar de todo esto deseaba mucho el morir temeroso de que viviendo volvería á ofender á Dios. No llegó el caso de recibir el santo Viático, porque dieron por poco el peligro, más me confesé y traté de prepararme para morir. A esto me inclinó otro sueño que tuve un rato después del referido. Representóseme en él, como que iba, no sé á que parte, y que siendo el camino muy aucho y trillado, era todo de polvo y de arena muy suave, pero que estaba mojado como de haber llovido y de haber corrido sobre el las aguas de las lluvias, de modo que estaba hecho lodo, muy tierno y fácil de andar por él. Sin saber como á los primeros pasos ime vi caido en él, pero tan sin fuerzas que á pesar
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