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Año 1784 33 vor de miinterior ó la fuerza con que el Señor lla- maba hizo que vistiese el santo hábito á los 14 años y 7 meses de mi edad); me destinaron á un Con- vento (1) pequeño, donde estuve tres años ó cerca y donde empecé á disiparme (2) del modo que ya ten- go dicho. Después me enviaron á los estudios, y en ellos, aunque cumplía con lo preciso de las lecciones y argumentos, no tuve especial aplicación, El tiempo de la filosofía lo perdí en aprender por mí solo la poesía castellana (3). Mas luego que entramos á es- tudiar ¡a teología (que fué la dogmática) y empeza- ron á leernos el tratado de Deo ef Attributis, me sen- tí llamado adentro con vivos deseos de hacerme digno de ver en el Cielo lo que en aquellas mate- rias se me enseñaba. Dios tomó tan á su costa mi mudanza, que por sí mismo y sin trabajo mío, fué desbaratando los lazos y quitando los estorbos que me lo impedían; para lo que me sentía movido á pe- dirlo, repitiendo casi sin cesar la oración: Ure 1gne Sancti Spiritus renes nostros et cor nostrum, Domi- ne, de. Llegó el tiempo de ordenarme de sacerdote, y verificado con dispensa de la edad, se dignó el Se- fñor darme resolución eficaz, pero quieta y apacible, para emprender una. vida espiritual, retirada y pe- (1) El que teníamos en Cabra. (2) Estas expresiones de los santos hay que ver cómo y por qué las dicen, pues dada su delicadeza de conciencia y su amor de Dios, quisieran no haberle ofendido en lo más mínimo y cada imperfección es para ellos de mucha monta. Es cierto que no estuvo el Beato en este tiempo tan fervoro- so como luego después, pero también lo es que ni entonces ni más tarde cometió falta notable por la que tuy ieran que reprenderle sus superiores. 3) El Beato recogió con afán cuantas composiciones pudo, rompiendo unas, quen:ando otras y llorando el tiem- po que había gastado en hacerlas todas, 5
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