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NOTAS Que carta tan sublime! Que humildad tan profunda la de este grande hombre derribándose á los piés de su Nieto para rogarle por la sangre de Jesucristo, que siendo el fin de su ministerio la conversión de los pecadores, to- me la suya con el más cáritativo empeño, y encargue á los demás que pidan por ella! Que humildad tan gigan- tesca. Luego demuestra que su sentir no es contrario al de los Superiores regulares del Beato, sino idéntico, pues so- lo quiere lo que ellos disponen, y á que se cumpla con perfección estas disposiciones de la obediencia se ordena toda su dirección, la cual no tiene otro objeto que ayu- darle á conseguir los altos fines de su vocación. Esta dice, la conocen los prelados porlos efectos: yo por-- que V. P. me la confió, lo cual supone que nuestro Beato Diego tuvo una verdadera, clara y terminante reve- lación, de que Dios le había escogido para Capuchino Mi- sionero y Santo, bién fuera en. el Noviciado como indica el P. Alcover en la Vida que escribió del Beato, bién fue- ra en la célebre y conocida visión de Ubrique; pues, si no hubiera habido sobre esto una revelación especial, no le repetiría tanto como repite en sus curtas el P. González estas formales palabras: V. P. fué llamado con evidentes prodigios á Capuchino, Misionero y Santo. Gracioso está el Abuelo por otra parte, riéndose de su nieto, diciéndole con maestría y resolución, que de sueños no se hace caso ni misterio, fuese el que fuese; y luego aña- de: Castiga el Señor con doble miedo, al que por miedo no se quiso vencer para hacer su servicio; y con esto le exhorta á que con valentia y confianza en Dios se arroje impávido á todo lo que sea del agrado de Dios.
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