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do. No Se escandalice I : P.; pero le hablo así, porque espero que, ay im: con su caridad, ha de ser si ca- be más misericordioso que hasta aquí conmigo mi Pa- dre, y Padre de mi Rodá ntor Jesucristo, Dios. Y sí yo monstruo de ingratitud lo espero así; si yo, escondiendo los talentos, (á la verdad pr porctonados bara tratar muchas almas) en el cieno de mivanisimo amor pro- pio, aun no me abandono al despecho que me sugiere mi desidia y falta de resolución; si yo que veo prácticamen- te en V. P. lo que puede la gracia del ministerio usada con rendimiento y fe en las palabras de Dios alentadas por este sucio órgano, aun no iriolo, siendo el que soy se- guir el mío; ¿por qué V. P. se ha de encoger, dudar y acobardarse del suyo, sea el que delante de Dios sea? Sea el que fuere, yo confadamente le digo, y si quiere le juraré, que es voluntad de Dios, que haga en todo, todo, todo lo que su Prelado primero, y después su abuelo y amigo, y todo suyo le dice; pero tan lejos está mi sentir de ser contrario al de los Prelados, que si V. P. lo re- JAlexiona es idéntico. Mandan aquellos que no deje las Misiones; yo digo lomismo y más, porque añado que no las debe dejar; que es llamado á ellas; que debe al Señor todas las gra- cias A Pa para su cumplimiento; que armado de fe viva, de firme confianza, de deseo que Dios sea conocido y amado, que no se desperdicie la Sangre de nuestra Redención, que viva el espíritu de cristianismo, que los pecadores entren en él; sin otra pre- vención para subir á anunciaries las verdades eternas, que la que le inspire la eficaz ansia de anunciarlas, se presente en todo pueblo, ante todo teatro, sea el que sea, y con santo valor, generosa magnanimidad de ánimo, y total negación de sí mismo, predique á Fesucristo cruct- ficado, sín pensar más que en predicar ú Jesucristo como el mismo quiera é inspire.