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chino. ¿Y loes? Puede serlo con la gracia de Dios cerca- do de miles cuidados; pero lo podrá ser, si se los man- dan, no si V. P. se los acumula. El silencio, la abstrac- ción de criaturas, el trato con el Señor, el estudio, la celda, la observancia regular, forman capuchinos: y aunque supongo que no todos se forman para sí, deseara que V. P. formado para el ministerio, se proporcionara más para él, formándose en cuanto estuviera de su parte para sí. Su edad, sus prendas, su crédito: su fama y ser de porte Religioso, ya lo han hecho el monstruo de su si glo. Todo es de Dios, como yo más que todos sé; pero á qué fin le ha dado tanto y tanta estimación en los pueblos, aún no se puede ni se debe escudriñar; pero sí debe temer de sí mismo, no dé lugar con su mal uso, á ser VEYLZONZO- samente despojado de todo; y por tanto, para no serlo y para contributr como instrumento á la gloria de su Dios y salvación de los prójimos, debe cuidar mucho de ser Capuchino, para ser Apostólico Misionero, retirándose luego que pueda á uno de los conventos, donde con más libertad pueda vivir para sí, rogando á sus Prelados que se lo concedan, y no sean (con cuantos quieran otrle en este ó en aquel sermón ó novena,) condescendientes. Hágome cargo que como la Religión depende de tan- tos poderosos bienhechores, y los Prelados necesitan no desazonarlos, no siempre podrán darle este gusto de que pare, y esté mudo, mientras que aprende á hablar; pero cuando no se pueda esto, al menos fíjense esos cinco Ó sets meses al año; pero noen convento de ciudades populosas, sino donde menos lo persigan y ocupen: y este tiempo lo es oportuno para escribir mucho de lo que en él ha predica- do; y puede impreso contribuir á conservar las doctrinas, las jaculatorias, los soliloquios y los afectos expresados en el púlpito. A ser este Capuchino está llamado V. P., y tanto, como se lo acredita la experiencia, y acreditará más á
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