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So — no esperaba menos, de quien el Señor hace testigo de mis interioridades: y por lo que toca ála Maes- tría no dudo me diría usted lo propio, si lograse el hablarle, en tal forma que, si la tuviese admitida, áun creo me mandaría usted á mí que la renun- ciase. A los dos Padres dichos he pedido con su- misión me escusen de cargos y Prelacías en lo sucesivo, y así me lo ofrecieron. Ahora, Padre de mi alma, ¿por qué pide usted perdón á quien no merece su memoria? ¿Qué agra- vio, qué injuria, qué ofensa me hizo mi Padre en decirme lo que Dios le mandó que me dijese? Ay Padre mío! usted me confunde, y Dios me abisma en el cieno de mis miserias. Usted, por Dios! per- dóneme á mí, que la satisfacción de hijo y nieto, me hizo abrirle así mi corazón. La Biznieta escribe á usted. Pienso, con la aprobación de usted, y por lo que me mandó en Sevilla, seguir con su dirección, pues se contenta con lo que le dan, y creo me sirve más de alivio que de carga: usted lo sabe mejor que yo. De las de- más me voy despidiendo, salvo de algunas dos ó tres que las juzgo inexcusables y ligeras. En todo haré lo que usted disponga. Déme usted su bendi- ción, y pida por mí á Dios, á quien ruego guarde á usted muchos años en su santo Amor y Gracia. B. L. M. de usted su afectísimo nieto y humilde hijo, Sa. Die ¿go y. 0 de Cádiz.

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