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— 67 Sepan las almas devotas que la voluntad propia es la gangrena de la vida espiritual; mientras que la renuncia del propio querer, la abnegación de si misma, el despren- dimiento de todo lo terreno y la santa indeferencia, cons- tituyen la atmósfera en que se desarrolla y crece el árbol de la perfección cristiana. Dios nos dé este deprendimiento de todo lo terreno y una santa indeferencia para todas las cosas de su serv'cio, de tal suerte que nunca nos incli- nemos á servirle más en esto que en aquello, sino en lo que fuere su voluntad divina, manifestada por la obedien- cia Esta fué la gran virtud de nuestro santo, según de- muestra la contestación que dió á la presente, con esta otra, digna de su gran espíritu. JM. y 3 Málaga 5 de Agosto de 1777. Amadísimo Abuelo, y venerado Padre mío en el Señor: este nos dé su gracia para que le sirvamos. Con el mayor respeto y aprecio recibo la de usted del 30 del pasado, que puso mi corazón en la mayor amargura, al ver mi yerro, y que se yo si mi pecado. Cada cláusula suya era y es un cuchi- llo que penetra hasta lo más íntimo del alma. Tan- to errar, Padre mío! tanto separarme del querer de Dios; ¿cuando toda mi ansia no es Otra que hacer- me á medida de su divino Corazón? Ah! como veo con evidencia lo que sin afligirme, (que horror!) oprime siempre mi espíritu! y es que yo, como de- jado de Dios, en justísimo y debido castigo de mis culpas, castiga estas con dejarme caer en otras. Jus- to es Dios y rectísimos sus juícios, yo los venero;

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