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— Cr ma religiosa tenga que desobedecer á su Prelado ó á su director, desobedezca al Director sin vacila- ción alguna, y mándelo á paseo, si á sabiendas or- dena algo contra la obediencia al Superior, ó con- tra el cumplimiento de nuestros deberes; porque seguir en esto su parecer sería caer en el más necio de los errores. Que el P. Alcober «cayó en algu- no de estos yerros, lo prueban evidentemente las cartas del B. Diego, particularmente las que lle- van las fechas4 de Julio de 1788, 7 de Agosto de 1792, 10 de Setiembre y 1.2 de Noviembre de 1797; IS de Junio 1798; 28 3 de Mayo, 14 de Junio, yg de Julio y 29 de Agosto de 1799; 13 de Junio yy 7 de Julio de 1800. No ponemos aquí de has cartas, por- que no hacen á nuestro propósito, y además por- que se están coleccionando v anotando por un Pa- dre de los nuestros para darlas á.luz con todas las que se han podido adquirir del Apóstol de Es- paña; y en esa nueva obra podrá saborearlas el lector. A nosotros nos basta consignar que de la lectura de esas cartas del Santo Fr. Diego, hemos deducido con toda certeza que el P. Alcober co- metió algunos yerros en la dirección del Beato Diego, lo cual consignamos aquí, no para agraviar- lo, sino para que sirva de escarmiento y enseña- za á los demás; para que los Directores y confeso- res de personas religiosas, no pongan á sus dirigi- das en el amargo trance de tener que desobedecer y descontentar á ellos mismos ó á sus Prelados; y para que los padres espirituales no se extralimiten queriendo llevar su autoridad más allá de donde alcanza. No es el Director el que ha de modelar la santidad de su dirigido, sino Dios; este es el que forma el molde y traza el camino de la santidad cada'alma justa; y al Director solo le toca empujar- om O!
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